Ayer, Farah Stockman de la editorial del New York Times publicó un artículo afirmando que era “La Verdad Acerca de lxs Anarquistas de Hoy en Día”. El artículo se basa en el trabajo de un teórico de la conspiración aficionado, el informe de una investigación poco exhaustiva, realizado por una organización sin ánimo de lucro, a la que pertenece un ex fiscal general del estado republicano y un ex jefe de la policía de Nueva York, un par de entrevistas con políticxs y reformistas, referencias engañosas y descontextualizadas de dos de nuestras publicaciones, y puntos de vista de extrema-derecha regurgitados, para argumentar que violentxs anarquistas están de alguna manera controlando el las protestas en curso en todo el país, pero que no les importa el Black Lives.
Lo que sigue es una refutación de este peligrosamente irresponsable artículo. Por suerte, las reacciones iniciales en las redes sociales sugieren que lxs lectorxs, en gran parte, han sabido ver a través de sus distorsiones. A pesar de ello, queremos aprovechar la oportunidad para responder de manera completa-porque, a pesar del absurdo, el artículo toca cuestiones críticas que necesitan ser tratadas. Esta es una oportunidad para dejar las cosas claras, para explicar por qué muchxs anarquistas han participado en estas protestas, y para elaborar nuestra visión de un mundo más libre.
Para conocer más sobre este tema, consulta nuestro anterior artículo “Esto es Anarquía: Ocho Maneras en las que la Sublevación del Black Lives Matter y Justicia para George Floyd, Reflejan las Ideas Anarquistas en Acción.”. Para nuestra propia versión de por qué la rebelión y por qué las autoridades mismas fueron principalmente las responsables de la adopción de tácticas de confrontación, lee “imágenes de la rebelión.” Si quieres saber más acerca de que es en lo que lxs anarquistas creen y desean, empieza con “Para cambiarlo todo, un llamamiento anarquista”
“La Verdad acerca de lxs Anarquistas”
¿Como conoció Stockman esta “verdad”? Parece que tuvo conversaciones con al menos una activista experimentada durante el desarrollo de su investigación, aunque no utilizo ni la información ni los contactos que esa persona le ofreció. Hay miles a lxs que se podía haber acercado-pero no incluyó la perspectiva de ningunx de ellxs.
En lugar de ello, la fuente principal del artículo es Jeremy Lee Quinn, un teórico de la conspiración aficionado, que pretendiendo ser un periodista de investigación, no tiene más familiaridad con lxs anarquistas, que la que pueda tener cualquiera que merodee en un par de manifestaciones. Admitiendo que no tiene formación anterior en la materia, afirma haberse introducido de “incógnito” en el Black Bloc durante las protestas en diversas ciudades, a lo largo de varios meses, y ahora ha abierto una página web, llena de videos y disparates inconexos como una “fuente de información no partidista sobre Acción Directa (SIC) y como puede tener éxito bajo la cobertura de la protesta”. La semana pasada, este autodenominado “centrista” contactó con Enrique Tarrio, el líder de los Proud Boys, el violento grupo de matones de extrema derecha al que Trump invocó para “apoyarle” durante su debate el martes con Joe Biden. Dirigiéndose a Tarrio, Quinn afirmó que “los medios de comunicación hegemónicos habían metido la pata completamente” y dio a entender que él había traspasado “la niebla de propaganda, que ocultaba cómo habían trabajado lxs insurgentes anarquistas (antifa).”
Stockman compro la historia de Quinn al por mayor, convirtiéndolo en el humilde héroe de una cruzada para salvar un movimiento pacífico de protesta, de pandas de anarquistas blancxs, que trabajan para minarlo en beneficio de sus propias agendas. En su opinión, estxs anarquistas están actualmente coordinando sus disturbios en las redes, “escondiéndose a plena vista”, y “llevando a cabo una insurgencia violenta”, bajo el disfraz del pacífico movimiento legítimo, mientras confían en los medios de comunicación liberales y la engañada población para minimizar la amenaza que suponen. Lxs líderes de las protestas del Black, quienes trabajan en pos de un cambio constructivo, acusan estos esfuerzos por apropiarse de sus luchas, pero se encuentran impotentes para detenerlos. A menos que sean controladxs, insinúa Stockman, lxs anarquistas no sólo deslegitimarán el movimiento a los ojos de la población, sino que intensificarán su violencia y su caos.
¿¿Os suena esto familiar?? Eso es porque proviene directamente del presidente Donald Trump-quien empezó a twittear que lxs anarquistas estaban detrás de las protestas en sus primeros días-y el fiscal general Bill Barr y el director de seguridad nacional Chad Wolf, que han trabajado incesablemente para dividir y minar el movimiento contra la policía y lxs supremacistas blancxs, intentando continuamente desviar la atención hacia lxs supuestxs criminales anarquistas y terroristas antifa.
El problema es que esto es un absurdo. Peor, es un montón de mentiras. Cualquier periodista que se respete a sí mismo, si repite esto debiera avergonzarse.
Permítenos detallar por qué.
https://twitter.com/IGD_News/status/1311560820757729280?s=20
Nuestrxs colegas de It’s going down publicaron un largo hilo entrando en detalle en problemas específicos del informe de Quinn, no obstante, en este artículo pasaremos de largo sobre la mayoría de ellos.
Las Raíces del Relato
¿Entonces por qué una periodista supuestamente crítica, está repitiendo estas absurdas y nocivas historias? ¿En base a qué realiza estas afirmaciones?
La retórica acerca del papel de anarquistas blancxs como “agitadorxs” surgieron en los primeros días de la rebelión de Minneapolis. Esta imagen había existido mucho antes de las protestas por Floyd, generalmente utilizada como brecha para cerrar la puerta a la participación militante y para el control centralizado de las tácticas en campañas de protesta. Al extenderse la rebelión desde Minneapolis a lo largo y ancho de USA y más allá, lxs participantes discutían activamente en las calles sobre dinámicas raciales, políticas y tácticas. A pesar de los primeros informes culpabilizando de la violencia a agitadorxs blancxs, la mayoría de las versiones posteriores reconocieron que las muchedumbre descontrolada había sido multirracial, que las narrativas sobre “agitadorxs externxs” eran falsas, y que lxs anarquistas conformaban únicamente una pequeña parte de la mayoría de las grandes manifestaciones. Anarquistas negrxs participaron activamente en la rebelión desde el principio, dejando claro que ni lxs reformistas, ni lxs anarquistas blancxs tomaban las decisiones. Incluso los informes del gobierno reconocieron que su coco “antifa” no tenía un papel determinante en la organización de las protestas, mientras hacían hincapié en que tanto las innumerables amenazas, como los actos de violencia actuales, se llevaban a cabo por lxs defensores de extrema derecha de Trump.
Por supuesto, algunxs anarquistas participaron junto con miles de personas en los Black Bloc que confrontaron a la policía y atacaron símbolos de la violencia del estado. El uso de tácticas de confrontación continúa siendo un tema controvertido mientras evoluciona el movimiento. Pero cualquier cálculo moral reconocería, que la verdadera cuestión aquí es la extendida y ampliamente documentada violencia contra lxs manifestantes, más que la ejercida por ellxs. Mientras existe una amplia gama de opiniones en el movimiento, sobre cómo de efectivas son las tácticas de confrontación en las protestas, y cómo es la mejor manera de respetar nuestrxs diferentes enfoques sin minar los objetivos de otrxs, está claro que nuestra necesidad común más urgente es, cómo defendernos contra los ataques que intentan aterrorizar al movimiento. Lxs manifestantes han sufrido decenas de miles de arrestos e innumerables actos de brutalidad policial a lo largo del país, sin que mediara provocación alguna, incluyendo estos el asesinato de más de una docena de personas a manos de la policía, la guardia armada, y “vigilantes” de la extrema derecha. Para lxs autodenominadxs “periodistas” como Quinn, estos hechos no merecen mención alguna, obcecadxs en su resuelta insistencia de acusar a lxs anarquistas de la violencia en las protestas.
Stockman informa de manera deshonesta, que las investigaciones de Quinn fueron impulsadas por su preocupación de que las “tácticas militares” anarquistas desencadenaran una reacción violenta que podría ayudar al presidente Trump a ganar las elecciones. Es improbable que esto fuera una preocupación sincera para alguien que está deseando colaborar con los Proud Boys. Las chocantes conclusiones de Quinn, informa Stockman sin aliento, eran que el “caos” que siguió al asesinato de Floyd, “no fue realmente caos”- sino que, más que la “erupción espontánea de ira contra la injusticia racial” que innumerables informes describieron, la revuelta respondía a algo “estratégicamente planeado, facilitado, y anunciado en las redes sociales por lxs anarquistas”.
Esta afirmación es absurda- y realmente racista. Insistir en que un pequeño grupo de anarquistas blancxs, de alguna manera, consiguieron coordinar un movimiento multiétnico, que llevó a diez millones de americanos a salir a las calles y los dirigió para servir a sus propios fines, huele a la peor teoría conspirativa que se pueda imaginar. Anarquistas de varias etnias definitivamente apoyaron, promovieron y participaron en protestas, y en algunos casos modularon tácticas de confrontación que se hicieron virales. Pero incluso los esfuerzos más enérgicos no habrían tenido ningún sentido, sin el esfuerzo autónomo de millones de otrxs. Grupos de anarquistas planearon su propia participación, pero nadie dirigió el movimiento en su conjunto. Anarquistas proveyeron materiales e ideas- pero los proveyeron a un movimiento horizontal basado en las habilidades y energía de innumerables otrxs. Anarquistas anunciaron las protestas en las redes sociales, como la mayoría de lxs otrxs participantes, pero en cualquier cálculo que se haga, la participación de autodenominadxs anarquistas, online o en las calles, estuvo empequeñecido por multitudes con las que lxs anarquistas compartían muchos valores y deseos, pero no una ideología distintiva. Afirmar lo contrario implica malinterpretar la naturaleza de movimientos sin líder, sobreestimar el poder y la influencia de un hilo en una red plural, y niega la acción y liderazgo de innumerables otrxs, sin lxs cuales, el movimiento no podría haber existido.
La transparente agenda de Quinn, como aspirante a experto que busca atención, explica sus esfuerzos por engañar. Pero ¿qué llevó a Stockman a caer en la trampa?
Stockman cita un informe publicado por Chrimethinc, que describe la victoria en el Tercer Precinto de Minneapolis-aunque o bien no entiende el texto, o lo malinterpreta intencionadamente. Resume el texto como fórmula para “Una guerra Asimétrica 101”, sugiriendo que la destrucción de propiedades realizada por el Black Bloc, fue utilizada para provocar la violencia de la policía contra “manifestantes inocentes”, en la confianza de que este hecho, deslegitimizara a la policía. En realidad, el texto presentado de manera anónima describe como, sin una coordinación central, objetivos comunes o ideología política, un amplio abanico de personas diferentes, dispersadas por una extensa zona, consiguieron una de las más memorables victorias de todo el movimiento, sirviendo de inspiración para la resistencia en todo el mundo. Tergiversando sus fuentes, Stockman se hace eco de Fox News, que también tergiversaron este informe, presentándolo como una receta para provocar violencia, citando el relato de un hecho marcado por la diversidad de sus participantes, como evidencia de que la sombra de una conspiración anarquista, era quien movía los hilos.
https://twitter.com/crimethinc/status/1311791649505378310
“Network Contagion”
Así que, si Stockman no habló con anarquistas, ni hizo mucho caso de las fuentes anarquistas que cita, ¿qué información le convenció para creer en la versión de Quinn, de anarquistas controlando como titiriterxs las protestas?
Stockman repite, sin atisbo de crítica, las conclusiones de un informe hecho por el Instituto de Investigación Network Contagion, un instituto sin ánimo de lucro, que afirma no tener una “agenda política”1. Entre lxs coautores del informe se encuentra un exfiscal general republicano, un antiguo jefe de la policía de Nueva York, y un grupo de académicxs, que nunca ha estudiado el anarquismo. Utiliza un espectro de asociaciones dudosas de “nubes de palabras” y análisis cuantitativos de tweets y publicaciones en Reddit, para insinuar que lo que denomina “militantes anarcosindicalistas” están “utilizando redes sociales para instigar la expansión de la violencia contra oponentes políticos y fuerzas del orden.”
Durante los últimos meses nadie ha documentado la “expansión de la violencia” ejercida por anarquistas contra oponente políticos, y fuerzas del orden, mientras que la expansión de la violencia de grupos de extrema derecha y fuerzas del orden contra lxs manifestantes ha sido ampliamente documentada. Así que, ¿cómo hacen esta investigación?
Echa un vistazo a la figura 4, una “nube de palabras” que muestra la asociación en Reddit entre diferentes términos claves. Parece que el término “policía” está asociado con indignantes y violentas descripciones en términos como ‘indiscriminado’ y ‘Gestapo’. Esto es verdad, cuando anarquistas publican online que lxs policías están pegando indiscriminadamente a lxs manifestantes, y utilizando tácticas propias de la Gestapo, en opinión de estxs brillantes investigadores, son lxs anarquistas lxs que están siendo violentxs. Presumiblemente sería menos violento, pretender que la policía nunca pega a nadie.
La Sección 2 avisa que lxs anarquistas están difundiendo memes que incluyen “información táctica”, tales como links que promueven la utilización de “comunicación encriptada”. Así que cuando anarquistas comparten información, para que cualquiera pueda proteger su privacidad contra la vigilancia, esto es presentado como prueba de sus intenciones violentas.
Sección 2.1, muestra que, durante las protestas, “anarcosindicalistas” utilizaron foros online “para reclutar ayuda y seguidores como hacen otros grupos extremistas”. ¡Qué perspicaz! Claramente el hecho de que muchas personas tuvieran curiosidad por escuchar a los radicales que quieren ver el fin de la violencia policial, durante una ola de protestas contra la violencia policial, es una prueba contundente de que lxs anarquistas son iguales que lxs Yihadistas y los grupos de supremacistas blancxs. La figura 14 muestra que el número de tweets sobre el 25 de Julio, que alguien había identificado como un día de protesta, alcanzó su pico-lo has adivinado, el 25 de Julio. ¡Un trabajo brillante, amigxs! Pero es peor, el hashtag en cuestión,”#J25”, pudo haber sido utilizado por cualquiera en internet, cuya intención fuera nombrar este día, no solo manifestantes.
La figura 17 reproduce un tweet que hace un llamamiento a “destituir” al jefe de policía de Seattle, como pasó con un jefe anterior, que fue despedido durante las protestas de 1999, pero los informes afirman falsamente, que el tweet “llama a saquear la comisaría de policía”. Y luego responsabiliza a este tweet de haber incitado a la violencia contra el edificio. Así que, ¿cuándo anarquistas piden que un funcionario público sea despedido, estamos incitando a la violencia? Uno podría hablar más exactamente de la violencia que se ejerce contra el sentido común, en un informe de este calibre.
El informe sin “agenda política”, concluye haciéndose eco de Trump, y equiparando nacionalistas blancxs con antifascistas, prediciendo de manera alarmante, que “ataques a infraestructuras vitales” y “la posibilidad de incidentes con victimas masivas” puede ser inminente, si a estxs nefastxs anarco-socialistas se les permite continuar sin ser controladxs”. No hay precedentes de “incidentes con victimas masivas” relacionados con anarquistas en los Estados Unidos durante todo un siglo, sin embargo, lxs supremacistas blancxs han llevado a cabo, solo durante la última década, un número importante de asesinatos masivos.
Aparte de la deliberada poca calidad de la “investigación” de este absurdo informe, su encuadre y conclusiones derivan directamente del fiscal General Barr, y de la estrategia de la Fox News. Cuando anarquistas denuncian la violencia de estado, les acusan de ser violentxs por ello, cuando anarquistas comparten tácticas de auto defensa no-violentas, esto es citado como evidencia de intenciones violentas, hacen comparaciones falaces entre grupos diametralmente opuestos, basadas en coincidencias superficiales, para aumentar el miedo, empaquetado en datos numéricos engañosos, y concluyendo en la proyección de una fantasía sensacionalista, de una violencia apocalíptica que justifique la represión.
Este es el informe que la editora del New York Times urge a “revisar”. Tiene razón cuando apunta que el informe, “llamará casi con certeza la atención de los medios conservadores y del departamento de justicia de William Barr”, cuya agenda parece que está dispuesta a promover.
Una investigación, edición y argumentación tan chapuceras no son exclusiva de autodenominados sabuesos aficionados como Jeremy Lee Quinn. Esto caracteriza también, prácticamente todo el material disponible en think tanks hostiles. En ambos casos-como en el caso del propio trabajo de Stockman-los estudios solo existen para atender una agenda externa, por lo que no existe ningún incentivo para investigar de manera rigurosa.
“La Anarquía Obtuvo Resultados”
Luego viene la parte más extraña del artículo. En un raro momento de honestidad, Stockman evalúa con seriedad el impacto de las revueltas, y concluye. “La Anarquía obtuvo resultados”
Por supuesto que, como ya hemos apuntado, sería absurdo que lxs anarquistas se atribuyesen el mérito de una rebelión generalizada y muy diversa, que no estaba dirigida por ningún grupo, ni movida por ninguna ideología. Pero sería acertado describir un movimiento basado en la acción descentralizada, sin líder, y con tácticas diversas, como “Anarquía”. Esto es a lo que lxs anarquistas han aspirado siempre: movimientos voluntarios, igualitarios y horizontales.
Mientras Stockman se lamenta por la destrucción causada en los disturbios de Minneapolis, admite que estaba equivocada pensando que “saquear e incendiar harían descarrilar las urgentes demandas de justicia racial.” De hecho, la atención de los medios estuvo cautivada y el apoyo de la población se disparó precisamente en los momentos más intensos de la lucha.
Pero, Stockman apunta, más recientemente, ha habido un descenso en el apoyo de la población a las protestas del Black Lives Matter (lo que quiere decir, apoyo de la comunidad blanca, ya que el apoyo de la comunidad negra se ha mantenido estable, de acuerdo con la encuesta que cita). ¿Cuál es la razón para ello?
Para Stockman esto es porque “la insurgencia anarquista aporta beneficios decrecientes”. En otras palabras, es la culpa de quienes continúan confrontando a la policía con valentía en las calles. Aparentemente, la misma población que una vez elogiaba a lxs alborotadorxs, ahora, según va pasando el tiempo, cada vez les condena más.
Pero esto no tiene mucho sentido. Los disturbios más intensos tuvieron lugar durante la primera semana de las revueltas, cuando el apoyo de la población estaba firmemente en su punto más alto. Mientras en algunos puntos como Portland, la protesta militante se ha mantenido uniforme, esto es la excepción, el saqueo y la destrucción de propiedad que se extendió y marcó los primeros días en Minneapolis, Los Angeles, Nueva York, y más allá, ha cesado. Parece absurdo culpar de cualquier cambio al pequeño número de militantes que todavía están involucradxs.
Lo que ha cambiado, sin embargo, es que Trump, Barr y los medios de comunicación de extrema-derecha, han llevado a cabo sin descanso campañas para desacreditar las protestas. Es una estrategia clásica de la contrainsurgencia: si no puedes reprimir un movimiento, intenta deslegitimarlo, y conquístalo. La primera táctica que emplearon ha sido, la de etiquetar a cualquiera que estuviera en contra del estatus quo como “anarquista” y “antifa”, conjurando la máxima de que todxs son terroristas y criminales, y difundiendo la mentira de que lxs anarquistas están, de alguna manera, controlando todo el proceso. Esto ha sido sorprendentemente eficaz. Han conseguido que todxs, desde Joe Biden a lxs líderes liberales de la protesta, condenen a lxs participantes más radicales, sembrando la discordia y debilitando el movimiento. Esta es la razón principal por la que el apoyo a las protestas ha descendido específicamente entre la comunidad blanca - y para ser más precisos, solo entre lxs seguidores de Trump.
La editorial de Stockman hace su labor en esta estrategia de contrainsurgencia. Su texto ejemplifica perfectamente las dinámicas que han llevado a la comunidad blanca conservadora, a rechazar el apoyo al movimiento. Es una parte del problema exacto del que ella se lamenta.
“La Complicada Vida de lxs Anarquistas”
En este punto, Stockman acusa de graves cargos a lxs anarquistas: lxs anarquistas “complican la vida de aquellxs que están trabajando dentro del sistema para parar la violencia policial.” Cita a unxs pocxs políticxs negrxs y activistas que están en desacuerdo o han sido criticadxs por anarquistas.
Esto es importante, y no deberíamos esconderlo debajo de la alfombra. Hay diferencias serias de opinión en el movimiento respecto a estrategias y tácticas, respecto a trabajar dentro del sistema o rechazar y desmantelar el mismo, y respecto a en qué perspectivas deberían centrarse en la resolución de estos desacuerdos. En estos debates, muchxs radicales de la comunidad blanca, incluyendo algunxs anarquistas, han sido molestxs o arrogantes, no han sido conscientes de su situación privilegiada, y han sido irrespetuosxs tanto con organizadores más experimentadxs, como con organizadores directamente afectados. Esto es inexcusable, y debiera ser solucionado. El deseo de lxs anarquistas de un mundo sin jerarquías, debiera inspirarles a forjar interdependencias, relaciones de confianza con otras comunidades en lucha, animarlxs a escuchar con respeto y aprender de otrxs participantes en el movimiento, incluso si están en desacuerdo, y a ser conscientes de cómo sus acciones afectan a otrxs. Hay un largo camino que recorrer para construir lazos de confianza a través de las líneas de diferencia necesarias, para forjar movimientos poderosos y duraderos, que confronten las dinámicas de la supremacía blanca dentro y fuera de ellos.
Pero el discurso de Stockman no ayuda a hacerlo de una manera constructiva. Ignora que ya han tenido lugar muchas discusiones importantes en la calle, en reuniones comunitarias, y online, con relación a cómo es la mejor manera de resolver las diferencias políticas. Se olvida de cómo las diferencias acerca de la estrategia y tácticas no se traducen únicamente en una división entre anarquistas blancxs y manifestantes pacíficxs negrxs, sino también entre viejas y jóvenes generaciones de activistas negrxs, así como en otros puntos de vista. Su razonamiento defiende un solo camino para el cambio social contra el racismo y la vigilancia policial-reformas en colaboración con la policía y los gobiernos locales-camino que que ya ha sido probado como inefectivo para detener la violencia racista de la policía.
Es más, asume que todxs lxs anarquistas son blancxs, y que no están afectadxs directamente por la violencia policial o de lxs supremacistas blancxs. El brillante artículo de Vanessa Tayos, acerca de las recientes protestas de anarquistas negrxs, explica cómo la presencia de anarquistas negrxs
“complica la idea de un “agitador externo”, describir a lxs anarquistas simplemente como gente blanca fuera de las comunidades negras y oprimidas, es eliminar a los anarquistas negrxs, así como la narrativa de protesta “pacífica” que otrxs tratan de conjurar para oponerse a Trump.”
Pero pregunta de manera provocadora,” Por qué es una obligación ser pacíficx cuando unx está muriendo?” En palabras de una anarquista de Dallas llamada Tina
“Trump etiquetando a lxs manifestantes como anarquistas es otra forma de supremacía blanca en acción. Lo negro ya es anarquía en la mente de lxs blancxs. No creo que una persona negra necesite autodenominarse anarquista para serlo, porque en la tierra en la que lo blanco es la ley y el orden, unx ya lo es.”
Centrarse en las experiencias de anarquistas negrxs rompe la lógica binaria del artículo de Stockman, obligándonos a mirar a través de otro prisma y a entender las diferencias políticas de un movimiento multirracial.
Para Stockman, debido a que el enfoque anarquista tiene como objetivo evitar la consolidación del poder en manos de políticxs y activistas, solo puede ser destructivo, nunca constructivo. Sobre esta base, acusa a los anarquistas de ser “aliadxs volubles”, puesto que incluso “ si te ayudan a conseguir el poder, intentarán derrocarte al día siguiente, ya que el poder es en contra de lo que están”
Esto es lo más próximo a la verdad a lo que llega. Lxs anarquistas no intentan llevar a nadie a conseguir el poder sobre otrxs. Lxs anarquistas están intentando que todo el mundo tenga poder de manera simultánea-intentan crear relaciones igualitarias basadas en la cooperación y el respeto mutuo, no imponer y dominar. Esta es la verdadera diferencia entre Stockman y lxs anarquistas que ella difama. La pregunta es cómo aclarar esto.
Construyendo un Nuevo Orden
Las conclusiones de Stockman, acusan a lxs anarquistas de ser “expertxs en destruir un viejo orden, pero estar considerablemente menos capacitadxs para construir uno nuevo”. Aunque si hubiera hablado con un/a solx anarquista en su exposición de “la verdad” sobre ellxs, habría obtenido una imagen bastante diferente. Desde el primer momento en el que la pandemia COVID-19 llegó a Norteamérica, lxs anarquistas se movilizaron inmediatamente para conformar redes de apoyo mutuo, aprovechando su vasta experiencia en la ayuda en casos de desastre y en el apoyo a las protestas. Estas se convirtieron en algunas de las instituciones más populares y necesitadas, ayudando a asegurar la supervivencia de la comunidad, mientras nuestrxs dirigentes discutían y daban largas. Más allá de su valor práctico inmediato, las redes de ayuda mutua modulan la visión anarquista de un mundo auto-gestionado de recursos compartidos de manera altruista, arraigado en la ética de la solidaridad-una visión que lxs anarquistas han estado promoviendo durante décadas a través del Really Really Free Market, comidas Food Not Bombs, y muchas otras instituciones concebidas para construir un mundo nuevo.
Stockman no se preocupó de conocer quiénes son lxs anarquistas, en lo que un/a anarquista cree, o cómo lxs anarquistas ponen esto en práctica. Era más fácil para ella copiar-pegar el manual de Trump, respaldado por su fuente, quien, a pesar de sus afirmaciones de ser un “infiltrado”, sabe claramente menos que ella.
Por Qué Insurgencia
Pero Stockman se ha guardado lo peor para el final. El artículo concluye afirmando que para lxs anarquistas, “no va de George Floyd o Black lives, sino de la insurgencia por la mera insurgencia”.
Este tipo de demonización, de lenguaje del divide-y-vencerás, es ofensivo y dañino para todo aquel que se esfuerza en cooperar a pesar de las diferencias. También es absurdo e inexacto.
Ante todo: Stockman reconoció solo unos pocos párrafos antes, que la anarquía obtuvo resultados- sus palabras, no las nuestras! ¿Cómo puede justificar la afirmación de que lxs anarquistas únicamente están interesados en la insurgencia por la mera insurgencia? Teniendo en cuenta que las reformas que elogia, han sido intentadas muchas veces, sin disminuir un ápice los asesinatos realizados por la policía, sería más acertado concluir que los reformistas son los que solo están interesados en la reforma por la mera reforma- posiblemente porque quieren preservar sus posiciones en las estructuras de poder. En cambio, unx podría argumentar que las personas que tomaron parte en los disturbios tras la muerte de George Floyd, incluyendo entre ellxs a un montón de anarquistas insurgentes, aparentemente lo hicieron porque eso era lo más efectivo que creían que podían hacer, para que fuera tomado en cuenta a nivel nacional, el asesinato racista de la policía. Como la propia Stockman admite, los denominados manifestantes pacíficos no atraían la atención de los medios, no se traducían en cambios institucionales, y no obligaban al país a enfrentarse a la brutalidad policial que caracteriza la experiencia diaria de la comunidad negra con la policía.
Si Stockman tuviera la valentía de tomar sus propias observaciones en serio, entonces, debería estar luchando en las calles, en lugar de cobrando un sueldo, intentando sembrar la división, en movimientos que han empezado a hacer retroceder de forma efectiva la violencia policial.
Lxs anarquistas insurgentes creen que alterar el normal funcionamiento del estado y de la economía puede abrir espacios de oportunidades, para que las personas se relacionen unas con otras de manera diferente, para imaginar un mundo distinto, para experimentar con nuevas maneras de organizar el día a día. Las revueltas han mostrado que esto es posible. De las protestas a las zonas autónomas a vecindarios libres de policía, los espacios que las tácticas de confrontación han abierto durante el último año, han ayudado a transformar la abolición de una quimera, en una posibilidad que merece una seria discusión y debate. Han servido como laboratorios para la libertad-obviamente no son utopías, pero son los lugares donde podemos empezar a rehacer el mundo juntxs. Hay problemas serios, incluyendo cómo preservar la seguridad y resolver el conflicto, como reconciliar enfoques diferentes, y como cubrir las necesidades básicas de todxs fuera de la economía. Pero es un comienzo-mejor que repetir eternamente viejos rituales, llegando siempre al mismo callejón sin salida-y sólo es posible como consecuencia de una dramática ruptura con el presente.
No podemos hablar por otrxs anarquistas, pero podemos hablar por nosotrxs mismxs. Sí, tenemos objetivos que van más allá de únicamente obtener justicia para George Floyd. Queremos ver un mundo en el que todas las vidas de la comunidad negra son valoradas y nadie tiene que sentir miedo de ser asesinado o aterrorizado por la policía-y creemos que para llegar ahí se requiere una confrontación directa con los violentos sistemas de poder responsables de la muerte de Floyd, en todos los lugares, no únicamente asegurando cargos criminales para los últimos asesinos. Vivimos en un mundo en el que la economía capitalista continúa manteniendo a las personas sin recursos bajo el yugo de jefxs y propietarixs- particularmente a las personas negras y sin recursos. Por ello estamos luchando para transformar también la economía- porque Black Lives Matter es solo un slogan vacío, si ignoramos la pobreza que hace que la vida de tantas personas sea una lucha constante. Y mientras lo hacemos, no podemos olvidar la manera en la que las mismas estructuras políticas, mantienen nuestras fronteras en su lugar, deshumanizando migrantes, avivando la xenofobia- o el papel del ejército de USA patrullando el mundo entero para asegurar acceso a petróleo y materias primas-o cómo el incipiente fascismo en los Estados Unidos imita sistemas autoritarios similares de Brasil desde Turquía hasta Rusia.
El objetivo no es distraer de los motivos principales que provocaron las revueltas. El objetivo es atacar estos problemas en su raíz, tenemos que entender que no hay problemas aislados, y que un verdadero cambio del sistema conlleva mucho más que acusar a unos pocos policías o desarrollar unas pocas reformas. Para cambiar cualquier cosa, tenemos que cambiarlo todo.
Sobre el tema del anarquismo insurgente, Stockman escoge dos frases del episodio 9 del Exworker podcast, publicado hace siete años:
“No estamos segurxs si la utopía socialista, comunista, democrática, o incluso anarquista es posible. Más bien, algunxs anarquistas insurgentes creen que el significado de ser anarquista radica en la lucha en sí misma y en lo que la lucha pone de manifiesto.”
Stockman saca estas líneas fuera de contexto para servir a su propósito: insinuando que lxs anarquistas solo se preocupan por la destrucción. En contexto, sin embargo, esta cita describe el proceso de cómo los movimientos crecen y evolucionan. Como dicen lxs Zapatistas, hacemos camino al andar. Eso quiere decir-lo que nos muestra cómo seguir hacia adelante no es una visión utópica abstracta, sino las experiencias concretas de la gente resistiendo la opresión, juntxs en las calles y en nuestras vidas cotidianas.
Esto no quiere decir que no luchemos para ganar, o que no nos importe el resultado. Por supuesto que si! Nuestras vidas y las de aquellxs a los que amamos, nuestra dignidad y nuestra libertad, nuestros más preciados ideales-sabemos que todo esto y más está en juego.
Mas bien, significa que reconocemos que la lucha por la libertad existía mucho antes de que naciéramos y continuará muchos después de que nos hayamos ido. Si piensas que la sociedad de USA es fundamentalmente justa, y que lo único que necesita es un par de retoques para evitar que los policías maten tan a menudo, entonces puedes imaginar la lucha política como un simple medio, para un simple fin. Pero para aquellxs de nosotrxs que pretenden pasarse toda la vida trabajando en aras de un mundo más libre e igualitario, debemos encontrar el sentido en la lucha misma, para que no nos consuma el desaliento. Como la resistencia francesa contra los nazis, no necesitamos esperanza para seguir luchando, la resistencia a la tiranía es un modo de vida. La hipótesis anarquista es que todavía podemos encontrar maneras de forjar vidas llenas de sentido, en la lucha contra la brutalidad policial, injusticia racial, explotación económica, destrucción ecológica, fascismo incipiente, y cosas peores. Esto no surge de creer que un cambio total está a la vuelta de la esquina-aunque valoremos los momentos en que lo sentimos así. Más bien emerge de la creencia de que actuar contra la opresión siempre ennoblece y merece la pena, y proporciona la base con más sentido que podamos imaginar, para nuestras relaciones con otrxs.
Así que dejemos que el New York Times se ponga del lado de Trump, Barr y otros teóricos de la conspiración de extrema derecha. No nos parará, y no parará los movimientos que siempre hemos apoyado sin buscar ningún tipo de control sobre ellos. Sabemos lo que importa. No hemos olvidado todas las vidas perdidas por la violencia diaria de la policía americana, ni el sacrificio hecho por aquellos que nos precedieron.
Mientras nos adentramos en las aterradoras semanas que se aproximan, con el fascismo o una guerra civil más cerca que nunca, no sabemos cómo resultará todo. Pero pase lo que pase, estaremos en las calles, luchando por la libertad mientras haya aliento en nuestros pulmones. A todos los lectores del Times, que tienen el sentido común de leer a través del periodismo de mala calidad de Stockman-que buscan la verdad real acerca de lxs anarquistas de hoy en día-estamos deseando encontraros allí.
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Casualmente, el NCR está fundado por la George Soro’s Open Society Foundation. No solo no han recibido nunca lxs anarquistas los cheques de George Soro, que los medios de extrema-derecha aseguran nos fueron enviados, además está suscribiendo una “investigación” que intenta justificar la represión contra los movimientos sociales. ↩