Después de varios intentos fallidos de involucrar a los anarquistas y otros antiautoritarios con cargos de conspiración y terrorismo por toda Europa, hoy el Estado griego está a la vanguardia del desarrollo de nuevas estrategias legales para atacar los movimientos sociales. El artículo 187A del código penal griego existe desde 2004, pero el año pasado, los funcionarios griegos lo usaron de una manera nueva contra Nikos Romanos y varios otros prisioneros anarquistas, condenando y sentenciándolos a muchos años de prisión en base a una nueva interpretación del artículo. Independientemente de si estos veredictos se revocan en los tribunales superiores, los juicios indican un cambio estratégico importante en la vigilancia de los movimientos sociales en Grecia. Ofrecen una importante señal de advertencia sobre las nuevas formas que la represión puede asumir en todo el mundo a medida que se intensifica el conflicto social.
Las leyes griegas de “antiterrorismo” se derivan en gran medida de las directrices de las Naciones Unidas y de Europa contra el terrorismo; en su mayor parte, se redactaron en el período posterior al 11 de septiembre. El gobierno socialdemócrata del PASOK introdujo la mayoría de la legislación griega “antiterrorista” en 2001; en ese momento, estaba dirigido principalmente a organizaciones criminales. En 2004, el gobierno de derecha Nueva Democracia presentó un nuevo cargo: “organización terrorista”. El infame artículo 187A apareció en este paquete legislativo.
El artículo 187A define la naturaleza y el alcance de las llamadas “organizaciones criminales” y “terroristas”, a la vez que describe el papel de un “terrorista individual” dentro de una organización. En ambos casos, no es necesario que se cometa un delito real para determinar que una persona participó en un acto coordinado contra el Estado y que, por lo tanto, deba ser encarcelada durante muchos años. El artículo le da al juez la libertad de interpretar las pruebas proporcionadas por la policía. Esto ya dio lugar a muchos arrestos y encarcelamientos con largas condenas, en su mayoría contra anarquistas y antiautoritarios. Cuando Nikos Romanos y varios otros anarquistas fueron a juicio el año pasado, el fiscal enfatizó repetidamente: «Son anarquistas, por lo que sus acciones son terroristas». Esta oración resume el mensaje que el Estado griego pretende enviar.
El caso de Nikos Romanos claramente ilustra esto. Fue sentenciado a 15 años y 10 meses de prisión en 2014, la policía lo arrestó y torturó brutalmente por expropiar un banco en Venvento, Kozani. También lo acusaron a él y a otros cinco de participar en una supuesta “organización terrorista” Conspiración Células del Fuego. Todos los acusados niegan esto. El Estado no pudo demostrar que formen parte de ninguna red y, en consecuencia, no los condenó por cargos de conspiración o terrorismo.
Así fue que los funcionarios se propusieron inventar una nueva estrategia procesal. Para este propósito, la ventaja del artículo 187A es que procesa una idea. Esta estrategia golpea el corazón del movimiento anarquista ingobernable en Grecia. Cuando Nikos Romanos enfrentó cargos adicionales junto a sus compañeros en 2018, ya no se le acusaba de realizar actos de terrorismo colectivo, más bien, fue acusado de ser un terrorista individual sobre la base de sus ideas. La consecuencia fue que recibió una sentencia más severa por ser un anarquista declarado que por robar un banco.
No es casualidad que el artículo 187A se usara por primera vez de esta manera contra un anarquista que vio a su mejor amigo, Alexis Grigoropoulos, asesinado por la policía en las calles de Exarchia. Tampoco es una coincidencia que las autoridades usaran el artículo 187A contra Romanos después de la huelga de hambre que llevó a cabo en la cárcel en 2014 desencadenando enfrentamientos masivos en Grecia y protestas de solidaridad en todo el mundo. Las autoridades griegas esperan aplastar la corriente más militante del movimiento anarquista, mientras brinda una falsa sensación de seguridad, como si lo que le sucedió a Nikos Romanos fuera un caso aislado de un extremista que recibe un castigo extremo, en lugar de un paso hacia la represión de todo el movimiento social. Esencialmente, el enjuiciamiento por “terrorismo individual” está destinado a romper cualquier forma de solidaridad, haciendo que las personas teman que si defienden a alguien que es el objetivo del Estado, también podrían ser calificados “terroristas individuales”.
La única forma de contrarrestar esta estrategia es crear una abundancia de solidaridad, en lugar de la escasez que pretenden producir. No se trata solo de Nikos Romanos y otros anarquistas encarcelados específicos. Se trata del futuro de la resistencia en sí. Y no solo en Grecia.
Tenemos que ver los juicios del artículo 187A en un contexto más amplio. Durante más de un siglo, los Balcanes funcionaron como un laboratorio estatal para experimentos que fomenten del odio nacionalista, la guerra y el aplastamiento de los movimientos sociales. Grecia sin duda tiene uno de los movimientos anarquistas más prósperos y confrontativos de Europa. Otros países lo están observando cuidadosamente por esta razón. Al igual que Alemania exporta tácticas de control de masas y gas lacrimógeno, lo que sucede en Grecia podría ser exportado como un modelo para destruir movimientos en otros lugares.
Tras el auge y el inevitable fracaso de partidos políticos de izquierda como Podemos, Syriza y Die Linke en Europa, y el auge igualmente inevitable de los partidos políticos y gobiernos de extrema derecha y abiertamente pro-fascistas como los que estamos viendo en Hungría, Austria, Polonia e Italia, los políticos de centro están buscando desesperadamente formas de mantenerse en el poder.
Tienen que demostrar que son la alternativa racional a los movimientos de derecha e izquierda. En una situación absurda, la neoliberal pro-guerra Angela Merkel aparentemente se ha convertido en la única defensora del derecho de los migrantes a viajar, está claro que los políticos de centro pretenden distinguirse falsamente de la derecha a través de un discurso de “apertura” liberal, reformista y de derechos humanos, mientras que al mismo tiempo deportan a los migrantes a zonas de guerra y los privan de la dignidad humana en las cárceles de máxima seguridad y en los campamentos de refugiados de toda Europa.
Pero los centristas tienen que hacer más que simplemente demostrar que son más racionales y razonables que la extrema derecha. También tienen que demostrar que la verdadera solidaridad, ayuda mutua, igualdad radical, horizontalidad, anti-capitalismo, anti-sexismo y auto-organización no son la respuesta adecuada a la creciente ola de políticas fascistas y las crisis ambientales y económicas de nuestra época. Tienen que descubrir cómo identificar a los chivos expiatorios dentro de los movimientos sociales. Es por eso que están llevando a juicio al anarquismo, no solo a los anarquistas. Para conservar el poder, tienen que evitar que las personas desarrollen la capacidad de imaginar otras formas de organización social más allá del capitalismo y el Estado. Al introducir y expandir métodos más duros de represión, los centristas nos empujan cada vez más rápido hacia un estado de centro extremo en el que el ala derecha no necesita tomar el poder para implementar su agenda. Los resultados están a la vista.
Los juicios bajo el artículo 187A, la introducción de leyes cada vez más restrictivas y la creciente impunidad de la policía y los militares en todo el mundo constituyen un ataque a nuestros colectivos y la posibilidad de la colectividad en sí. Son un intento de dividirnos, aislarnos y derrotarnos, así tendremos que aceptar cualquier injusticia que el Estado imponga. Construyendo al “terrorista individual” como un nuevo objetivo para la aplicación de la ley, solo sobre la base de las ideas, están amenazando a todos los que se atreven a desafiar el orden dominante.
En estas circunstancias, prácticamente cualquier persona puede ser objeto de persecución. La única manera de luchar contra esto es permanecer juntos.
La siguiente entrevista a Nikos Romanos apareció originalmente en griego en Apatris, un periódico anarquista callejero de Grecia.
¿Cómo está afectando a tu caso la nueva interpretación de la ley antiterrorista?
Nikos Romanos: Esta condena tiene un efecto significativo en nosotros, ya que significa que algunos pasaremos dos o tres años más en prisión. Teniendo en cuenta que ya llevamos más de cinco años encarcelados, esta condena debe considerarse como un intento de crear un estado de secuestro permanente basado en la ley anti terrorista (187A). En aplicación, esta ley tiene el propósito de producir un sector de “enemigos internos”.
Las sentencias inhumanas, las nuevas interpretaciones represivas y las aplicaciones arbitrarias de la ley 187A, la criminalización de la identidad (política) anarquista, juntas, constituyen una red de represión penal que envuelve metódicamente al movimiento anarquista y sus militantes encarcelados.
Esta certeza no debe entenderse como un ataque contra individuos. Tenemos que reconocerlo como una continuación de la política nacional antiterrorista griega, que apunta a apretar una soga alrededor del cuello del movimiento anarquista en su conjunto.
El Estado se está aprovechando de la fragmentación y la falta de un análisis radical que caracterice tanto al movimiento como a la sociedad en general para intensificar sus ataques.
La condena por terrorismo individual es la primera de su tipo en Grecia. La ley 187A contra el terrorismo, deliberadamente deja mucho espacio para que cada juez haga su propia interpretación, lo que expande el arsenal que el Estado tiene a su disposición para llevar a cabo la represión. ¿Cómo deberíamos responder a este tipo de ley, y a las otras condenas como la tuya que vendrán después?
Nikos Romanos: Lo que más refuerza al Estado es la naturaleza política de la ley 187A, que legaliza todas las interpretaciones posibles del artículo. Esencialmente, estamos tratando con una ley que implementa prácticamente el dogma de la “guerra contra el terrorismo” de los Estados Unidos. Esta ley allana el camino para una caza de brujas despiadada dirigida hacia los “enemigos internos” y a todos los que son vistos como una amenaza para el Estado y sus intereses capitalistas.
Con respecto a nuestra respuesta a estos procesos, en mi opinión, primero, debemos darnos cuenta de que necesitamos un movimiento subversivo organizado. Un movimiento que capaz de desestabilizar y socavar el Estado y los planes de los capitalistas y sus títeres políticos en nuestras regiones.
Para ser más precisos, debemos comenzar un proceso de autocrítica que analice nuestros errores, nuestras deficiencias, nuestras debilidades organizativas. Esta autocrítica no debe ni halagarnos ni dar lugar para el pesimismo y la desesperación. Nuestro objetivo debe ser agudizar la lucha subversiva en todas las formas que pueda tomar, para transformarla en un peligro real para cada gobernante. Parte de este proceso es reconstruir nuestra memoria histórica, que pueda servir de guía para las estrategias de lucha que empleamos. Deberíamos comenzar a hablar nuevamente sobre la organización de diferentes formas de violencia revolucionaria, las prácticas del ilegalismo revolucionario y la necesidad de difundirlas en el movimiento para superar la “política” (en el sentido sucio y ciudadano de la palabra) que han infectado nuestros círculos.
Esta conversación será vacía y sin efecto si no está conectada con las iniciativas de los compañeros, para llenar los vacíos en nuestra práctica y mejorar nuestras perspectivas sobre la base de nuestras conclusiones. La mejor respuesta a los ataques judiciales contra el movimiento es asegurarse de que quienes los promulgan paguen un alto costo político por ello. Esto debería llevarse a cabo hacia toda la pirámide del poder: todos, desde los instigadores políticos de la represión hasta los títeres que la implementan, deberían compartir la responsabilidad de la represión del movimiento.
Esta respuesta es parte de un contexto histórico, es nuestra propuesta política. En respuesta a las guerras transnacionales, proponemos nada menos que una guerra de liberación en las metrópolis capitalistas, una guerra de todos contra todo lo que promueve el capitalismo.
¿Cómo afecta esta nueva interpretación de la ley a los compañeros que luchan fuera de los muros de la prisión y a quienes están considerando asumir una actividad militante?
Nikos Romanos: Esta nueva interpretación crea un precedente realmente negativo que aumentará el alcance de la represión criminal contra los anarquistas que tras una acción tengan la desgracia de ser capturados y convertirse en prisioneros del Estado griego. Esencialmente, de acuerdo con esta interpretación de la ley, lo que se criminaliza es la identidad política anarquista. En palabras de nuestro fiscal de apelación, «¿Qué más podrían ser estos actos, además de terroristas, ya que son anarquistas?» Con la nueva interpretación de “terrorismo individual”, no es necesario que los mecanismos judiciales intenten asociar al acusado con la acción de una organización revolucionaria, como fue en el pasado. La identidad política de uno y tomar una posición intransigente en la sala de audiencias son suficientes para que una persona sea condenada como un “terrorista individual”. Cualquier persona que elija pelear de acuerdo con los principios de la anarquía puede ser condenada como terrorista tan pronto como ellos lo decidan. Más allá de los marcos establecidos por la legitimidad ciudadana.
Por supuesto, esto no debería difundir el pesimismo. Por el contrario, es otra razón para intensificar nuestra lucha contra el dominio capitalista. Quienquiera que arme su conciencia para derrocar el brutal ciclo de opresión y explotación, definitivamente será el objetivo de un accionar vengativo y autoritario por parte del régimen. Esto no significa que renunciaremos a nuestra lucha, en la sala de audiencias o donde sea.
El hecho de que la anarquía sea un objetivo de la opresión estatal, incluso en un momento de retirada del movimiento debería ser una fuente de honor para el movimiento anarquista, una prueba de que la lucha por la anarquía y la libertad es la única manera decente de oponerse al totalitarismo de nuestra época.
Dadas las directivas de la Unión Europea y la caza de brujas a nivel global contra el “terrorismo” desde el 11 de septiembre, la ley anti terrorista se ha convertido en un importante campo de batalla contra los enemigos del Estado griego, tanto interno como de otro tipo. En esta situación, cuando el Estado intenta ampliar la aplicación de la ley a nuevos juicios, ¿qué tipo de acciones debe tomar el movimiento para responder a esta interpretación de la ley?
Nikos Romanos: Para mí, existe una necesidad imperativa de crear iniciativas políticas contra la ley anti terrorista, la cual constituye un campo de batalla para la aplicación de la ley penal contra todos nosotros. Tenemos que correr la voz de que esto puede afectar a otros involucrados en la lucha si sus acciones crean obstáculos para los intereses capitalistas. Ellos también serán acusados por la ley anti terrorista (187A). Por ejemplo, los residentes de Skouries (Chalkidiki) fueron acusados de terrorismo porque tomaron medidas contra el desarrollo capitalista y el saqueo de la naturaleza. Esto exige un cuidadoso análisis político. Es peligroso hacer dos categorías de personas acusadas por la ley anti terrorista. Por un lado, las autoridades lo están utilizando contra aquellos cuyas acciones podrían describirse como una estrategia de guerrilla urbana, por otro lado, lo están utilizando contra personas completamente diferentes.
Llamar a un frente de lucha contra la ley del anti terrorista no significa mantener las ilusiones de que será abolida. Grecia es un Estado en la Unión Europea, tiene un papel específico en el capitalismo en la región y está dispuesto a aplicar incondicionalmente todas las directivas de la UE sobre seguridad e inmigración. No importa qué partido esté en el poder, Grecia no abolirá la ley anti terrorista. Una ley contra el terrorismo es inseparable de los intereses del Estado griego. Por lo tanto, la lucha contra la 187A tiene que revelar precisamente esta conexión. Tenemos que atacar tanto la continuación local de la retórica estadounidense de la “guerra contra el terror” como las narrativas de la izquierda socialdemócrata SYRIZA. En realidad, todo lo que hablan sobre derechos humanos cesa mágicamente cuando los intereses del Estado y los capitalistas están en juego.
Una lucha común contra la 187A tiene que enfatizar las contradicciones internas del sistema, mostrar el papel de las leyes contra el terrorismo en el funcionamiento de los Estados de la UE y enviar un poderoso mensaje de solidaridad a todas las personas en el mundo que estén encarceladas por estas leyes. Esto crearía problemas políticos en torno a las cruzadas contra el terrorismo de nuestra era. Infligiría daño político permanente a la existencia criminal de la ley 187A, el Estado y el capitalismo, todo lo que envenena y destruye nuestras vidas.
Establecer esta ofensiva puede ofrecer una base para que los camaradas se comuniquen, actúen y emprendan un contraataque general contra el gigante capitalista y todos sus tentáculos mortales. Por eso considero que una iniciativa como esta es crucial para la evolución de las luchas subversivas de nuestro tiempo.